domingo, 9 de octubre de 2011


Félix Romeo

09OCT201112:22
Ahora, en su muerte, me he acordado de una larga conversación que mantuvimos en Ronda un mes de julio, no por afinidad o deseo de mutuo conocimiento, sino porque nos quedamos solos y Ronda será muy señorial, pero es un pueblo. Me chocó Romeo por la contundencia de sus opiniones (me chocó a mí, lo que ya significa algo), que siempre llevaban enhebrado un colmillo bien afilado y goteante, y no siempre un gran argumento. En cambio, su actitud era abierta y sonriente, lo que me pareció un contraste digno de observación.
Le mostré mi admiración por Sender, cosa que le sorprendió, ignoro por qué (supongo que por mi supuesta filiación intelectual y literaria). Reconozco que diserté un poco sobre el tema y que tuve la impresión de que Romeo me escuchaba. Le gustó el dictamen, no sé si por aragonesismo, por eficacia persuasiva o para que me callara.
Esto pasó hará unos ocho años. No volvimos a encontrarnos. Tampoco creo que saliéramos fascinados o enamorados de aquella tarde de julio. Más adelante, quedé bastante asombrado y algo deslumbrado por su libro "Amarillo" (Plot), sobre el suicidio, quince años atrás, de su amigo y escritor Chusé Izuel. Hicimos la constatación en este blog. Era un libro sobre el consuelo, más por consecuencia que por propósito: trataba con la ausencia de explicación, con la aceptación absurda de la culpa y con las tinieblas que rodean esta vida con una ternura y una inteligencia completamente maduras y potentes. No se me figuraba en nada al Romeo de Ronda. Pensé entonces -y nada impide que lo siga pensando ahora- que el escritor es un ser que se oculta en otro ser, y que no hay engaño o añagaza que no utilice para impedir que le descubran. El escritor de alma, de fuste, me refiero (el otro, el que reluce, suele ser como la falsa moneda: delata el exceso de brillo).
En memoria de Félix Romeo, acudimos a este párrafo de su espléndido libro:
"Tu muerte fue una bendición para mí: no habría vuelto a escribir si tú hubieras seguido vivo. No paro de pensar que tu muerte es un siniestro crimen perfecto con un único beneficiario: yo. No te induje. Yo quería que te repusieras, que abandonaras esa tristeza, que a mí me parecía totalmente autoimpuesta, ridícula.
No siempre he pensado que tu muerte fue el crimen perfecto. Realmente, sólo fui consciente de ese crimen hace ocho años. Soñé que habías regresado. `He estado dando una vuelta por ahí", decías con una sonrisa en la cara. Me sentía fatal, notaba cómo todo se desmoronaba.
Todos los días te presentas como mi mayor culpa, la que me convierte ern tu asesino.
Siempre he tenido un gran sentimiento de culpa. Si hubiera alguna forma de extraer la culpa de mi cabeza, la utilizaría.
Bizén y yo hablábamos de ti, tratábamos de componer un imposible cuadro en el que todavía seguías vivo.
Tu ausencia no resultaba tan terrible. Sentía que había sufrido demasiado contigo. Había representado contigo un absurdo papel de hermano mayor, que rechazabas a medias y aceptabas a medias. No te negabas a que ejerciera una especie de tutoría literaria, que consistía básicamente en presionarte para que escribieras, para que hicieras crítica de libros, para que comenzaras esa cosa estúpida de la carrera literaria, pero renunciabas a cualquier otra defensa que quisiera o pudiera proporcionarte. A cualquier consuelo.". 

A MI GRAN AMIGO 

FELIX ROMEO
In Memorian

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