martes, 10 de febrero de 2015

Tu llegada a mí...


Llegaste, me miraste
permaneciste y me amaste.
Cada día con tu sonrisa
aparecía un nuevo sol en mi ventana.
Tus ojos azules infinitos
traían un pedacito de cielo a mi estancia.
Tus caricias en mi cuerpo
como mares me aterciopelaban.
El eco de tu voz
llenaba los rincones de mi casa.
Todo espacio vibraba
entre nuestros súspiros y palabras.
Reposaba mi cabeza en tu hombro de ancha espalda,
mientras recorrías con tus dedos
mi melena alborotada.
Cruce de miradas que nos bastaban,
para hablarnos en silencio
bajo la bella luz del alba.



Se apagó la luz ya hace algún tiempo.
Ya los pajarillos no cantan en la mañana.
El sol se oculta tras nubes grisaceas,
privandome de su infinita gracia.
Llueve a mi alrededor y en mi ventana,
donde antes de tu lado contemplaba atolondrada.
Ya no vibra mi regazo con susurros ni palabras.
Mi lecho quedó vacío con tu marcha inesperada.
El camino que juntos recorrimos se tiño de luto,
entre abedules y cipreses que nos marcan el rumbo.

A mi Caballero Tuyo (11/12/2010)